“Leer el Quijote nos ha hecho lo que somos.
Quizá incluso nos ha inculcado una noción
de la lectura que es única en sus consecuencias:
creer que podríamos ser mejores.”
Julio Ortega

“Leer el Quijote”.  Artifara, nº 2, (gennaio – giugno 2003), Sezione Monographica. Documento en línea:  http://www.cisi.unito.it/artifara.com/Rivista2/testi/leerquijote.asp

Hace cuatro siglos, en otoño de 1604, entraba en imprenta la primera parte del Quijote, un libro que salió a la luz en 1605. El Quijote ha sido y es una referencia permanente en la literatura, no sólo española, sino universal. La historia de Don Alonso Quijano ha inspirado a multitud de autores de diferentes culturas y en todas las épocas. El número de ediciones publicadas y de lectores que de ellas han disfrutado es incalculable. Las aulas escolares no han escapado de esta influencia. Al menos desde mediados de siglo XIX y hasta el último tercio del siglo XX el Quijotetambién encontró su espacio y su lugar en las escuelas de enseñanza primaria.

Con motivo de la celebración de este IV Centenario de la publicación del Quijote y desde el seno del Centro de Investigación MANES, presentamos esta exposición virtual de Quijotes  que han sido utilizados en la escuela a lo largo del siglo XX.

 


 

Como es bien sabido, el libro de lectura ha ocupado tradicionalmente un lugar privilegiado en los primeros años de escolarización. Desde comienzos del siglo XIX las diversas normas promulgadas acerca de la instrucción primaria consideran a la lectura como la formación elemental o básica, ya que constituía el modo de acceso a la cultura de mayor valor social. Esto determinó y justificó la publicación de un gran número de textos destinados a la enseñanza de la lectura, tanto, que han formado un género con características propias y distintivas.

El Quijote se encuadra entre estos libros de lectura,  aunque también fue empleado para otros fines que traspasaban el mero aprendizaje de la lectura.

A modo de anécdota, a principios del siglo XX en el Instituto Cardenal Cisneros de Madrid se celebraba cada quince días un acto académico donde acudían padres, antiguos alumnos y en ocasiones ministros. En estas ceremonias, después de elogiar al Cardenal Cisneros, un alumno aventajado, leía algún fragmento o capítulo de algún clásico, que muy a menudo era el Quijote. A continuación se presentaba un experimento científico o una disertación filosófica que era replicada por un grupo de alumnos. Hay incluso quien recuerda que en estas “conferencias académico-literarias” en alguna ocasión se contó con la presencia de Alfonso XIII. En uno de estos actos el Rey regaló al Instituto un ejemplar del  Quijote, edición numerada, que data de 1904. Por la singularidad y belleza del mismo mostramos aquí alguna de sus páginas más significativas.

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A mediados del siglo XIX ya aparecen algunas ediciones del Quijote para uso “escolar y popular”, que gracias al éxito que experimentaron, dieron pie a la publicación de sucesivas versiones por diversas editoriales. Pero fue a comienzos del siglo XX, coincidiendo con el tercer centenario, cuando Eduardo Vicenti, después de publicar una versión abreviada del Quijote bajo el título El Libro de las Escuelas (1905), solicitó que fuese declarada obra útil para la enseñanza. De esta forma, y en ese mismo año, una Real Orden lo recomendó como libro de lectura escolar.

Más adelante, la Real Orden del 12 de octubre de 1912 dispuso en su artículo 11: “los maestros nacionales incluirán todos los días, a contar del 1º de enero próximo, en sus enseñanzas una dedicada a leer y explicar brevemente trozos de la obra cervantina”. Fue finalmente en 1920 cuando se proclamó la obligación de la lectura del Quijote en las escuelas nacionales, durante el primer cuarto de hora de clase cada día y adaptando la lectura a la capacidad de los niños.

 


 

Ya hemos situado el Quijote dentro de la escuela, veamos brevemente para que se usó durante su estancia en esta institución:

Lo que entró como un libro útil para la enseñanza de la lectura en la escuela primaria, fue utilizado también en cursos más avanzados para enseñar “vocabulario y fraseología” otorgándole alQuijote una orientación más pedagógica y didáctica. Algunos Quijotes incluían prácticas que reforzaban el aprendizaje gramatical y ortográfico, así como ejercicios de prosodia, sintaxis, redacción…

Pero además, la patente voluntad pedagógica de los ejemplares que comenzaron a editarse hicieron de este texto un “manual” de ética y moral. Ezequiel Solana llegó a afirmar  que “La muchedumbre y variedad de reflexiones, de sentencias y discursos que se encuentran en el Quijote sobre casi todos los asuntos y ocurrencias de la vida, justifican la admiración y el aprecio con que han mirado este portentoso libro (…) considerándolo como el más adecuado para enseñar a la juventud el camino del honor, de la caballerosidad y de la hidalguía”.

Se comenzaron entonces a  difundir ediciones del Quijote que promovían la enseñanza de máximas morales  y de asuntos relacionados con la ética y la conducta, sobre todo una vez terminada la Guerra Civil, tras la que este tipo de manuales comenzaron a introducir en sus páginas apartados específicamente destinados al trabajo escolar.

Sin embargo los Quijotes utilizados en la escuela fueron más allá, o al menos lo intentaron. Como ha constatado la profesora Mª del Mar del Pozo en su obra Currículo e Identidad Nacional. Regeneracionismos, nacionalismos y escuela pública (1890-1939), alrededor de 1904 los liberales intentaron convertir a Cervantes en símbolo de identidad nacional, utilizándolo como vehículo de exaltación del idioma español. El Quijote fue entonces empleado para que los niños aprendieran a “venerar el Santo nombre de la Patria” a través de una de sus glorias literarias. Este fue otro factor que favoreció que ciertos sectores exigieran su obligatoriedad en la escuela, hecho que como hemos visto anteriormente, se consiguió en 1920.

 

ALGUNOS ANTECEDENTES

Como se ha apuntado anteriormente, los Quijotes entraron en la escuela ya a mediados del siglo XIX. Fue alrededor de 1850 cuando las editoriales comenzaron a realizar compendios y abreviaturas de esta extraordinaria obra, adaptándola al nivel y características de los alumnos.  Este texto escolar tuvo vigencia en las escuelas durante más de un siglo; los últimos Quijotesescolares editados datan de finales de los años 70, aunque como es obvio, evolucionaron en su aspecto externo, en la manera de presentar los contenidos y en el uso que de ellos se hizo.

El profesor Alejandro Tiana Ferrer, verifica que en 1856 la lista de libros escolares autorizados por el Consejo de Instrucción Pública incluía ya El quijote de los niños y para el pueblo, abreviado por un entusiasta de su autor Miguel de Cervantes, editado por Nemesio del Campo y Rivas. Este ha sido el Quijote escolar más antiguo que hemos identificado.

Posteriormente, este mismo libro fue publicado a lo largo del siglo XIX por diferentes editoriales, entre las que destacan una edición de Martínez García en 1873; dos ediciones de José G. Fernández en 1877, y ya en 1885 una versión editada por los Sucesores de Rivadeneyra en Madrid.

En 1867 se publicó por la editorial Garnier de París El Quijote de la juventud, destinado a la lectura infantil y juvenil, que tuvo al menos tres ediciones posteriores durante el último tercio del siglo XIX. En La Biblioteca Pública del Estado, en Segovia, podemos encontrar un ejemplar de 1887.

 

LOS QUIJOTES ESCOLARES EN EL SIGLO XX

Una de las editoriales que podemos destacar sobre otras es la editorial Hernando de Madrid, que desde principios del siglo XX hasta al menos 1962 estuvo editando Don Quijote de la Mancha para usos de los niños. En 1933 aparece la 12ª edición y ya en 1944 encontramos la 18ª edición. La Biblioteca Nacional posee un ejemplar que data del año 1962.

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El título en la portadilla interior es el ingenioso hidalgo D. Quijote de la Mancha compuesto por Miguel de Cervantes Saavedra compendiado para que sirva de libro de lectura en las escuelas por un apasionado de su autor. En la portada aparecen un niño y una niña leyendo un libro y al fondo D. Quijote y Sancho. De esta forma corrobora qué es un libro de lectura para niños y qué es lo que los alumnos van a leer .

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Comienza el libro con una breve biografía de Miguel de Cervantes. Incluye capítulos de las dos partes del Quijote: de la primera parte aparecen hasta el capítulo 25 y de la segunda hasta el 40. Contiene 57 ilustraciones, todas ellas son grabados en blanco y negro y, salvo excepciones, todas  son de pequeño tamaño. Aparecen insertadas en medio del texto y representan alguna acción de Don Quijote, sin pie de página.

 

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Otra editorial que durante los primeros años del siglo XX publica varias ediciones del Quijote es Hijos de M.G. Hernández de Madrid. La 1ª edición data de 1905, titulada el Libro de las Escuelas; la 5ª edición es de 1908. Eduardo Vicenti Reguera es el encargado de compendiar y abreviar estas ediciones.

A finales del primer tercio del siglo XX hemos encontrado también tres ediciones escolares de Don Quijote de la Mancha publicadas por el Instituto Escuela de Madrid (Junta de Ampliación de Estudios), encargada a D.J.R. Lomba,  que datan de 1922, 1923 y 1933.

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Es un Quijote que contiene las dos partes en un solo tomo de 337 páginas. Omite bastantes capítulos, tal y como se puede observar en el índice. Para cada capítulo omitido aparece un pequeño resumen en el que se cuenta brevemente lo que sucede en estos episodios que no aparecen.

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Tan sólo contiene 12 ilustraciones realizadas por F. Marco. Todas ellas son grabados que, o bien aparecen ocupando media página, 

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o bien aparecen ocupando una página entera y en papel de mayor calidad que las otras.

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El pie de página de cada ilustración es un texto literal de la obra que hace referencia a la propia imagen, sin aportar otro tipo de información.

La editorial de Ramón Sopena de Barcelona también contribuyó desde 1925, año en que aparece su 1ª edición, a aumentar este apogeo de Quijotes escolares. La adaptación que publicó esta editorial la llevó a cabo E. Gómez de Miquel con el título Las famosas aventuras de D. Quijote. Edición del Quijote para niños. La última edición localizada de esta editorial data de 1940.

A mediados de la década de los 20, toma el relevo la conocida editorial Dalmau Carles Pla  de Girona, que con el mismo título de la edición de Ramón Sopena y desde 1926, estuvo en esta labor al menos hasta 1966. Las ediciones de Dalmau son, sino iguales, similares a la mencionada anteriormente editada por Ramón Sopena. Era corriente que los distintos ejemplares fueran editados por diferentes “empresas”.

dalmau02 La edición de Dalmau que aquí presentamos, y que aparece sin fecha, cuenta, en 626 páginas, las historias de Don Quijote. En ambas partes de la obra han sido suprimidos varios capítulos que, según el editor, “podían ser aburridos y cansar y fatigar la atención de los pequeños lectores”. Las ilustraciones son todas grabados que representan alguna acción de los protagonistas de la historia y contiene 56 imágenes repartidas, 27 en la primera parte y 29 en la segunda.
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La única ilustración a color, como ocurre en la mayoría de estos manuales, es la de la portada
en la que aparecen ambos protagonistas, don Quijote y Sancho, cabalgando dejando atrás los molinos.

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El ejemplar más antiguo que hemos localizado de esta editorial se encuentra en la Biblioteca del Instituto Cardenal Cisneros de Madrid. Fue publicado, en siete volúmenes, por la viuda de Hernando. El tomo II es  de 1894 mientras que los tomos V y VII datan de 1917.

Esta serie presenta el Quijote completo sin omitir ningún capítulo.

 

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En el tomo V, que aquí presentamos, editado ya por los sucesores de Hernando,  comienza la segunda parte de la obra. Contiene los capítulos del XV al XXVI. 7

 

A lo largo de toda esta obra aparecen notas donde se explican cuestiones de lingüística, vocabulario, conjunciones, locuciones, etc.

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La editorial Calleja de Madrid, ampliamente estudiada por el profesor Julio Ruiz Berrio, comienza a editar Quijotes escolares en 1905, labor que continúa al menos durante el primer tercio del siglo XX. En 1915 imprimen la 10ª edición de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Esta contiene 49 capítulos de la primera parte del Quijote, omitiendo alguno a partir del XXXII; los anteriores aparecen en su totalidad. La segunda parte contiene 58 capítulos. Es un manual de 676 páginas con 18 ilustraciones en la primera parte y sólo 9 en la segunda. Estas ilustraciones son todas grabados; la mayoría ocupan una página entera y son pocas las que aparecen insertadas en el texto que representan.
 

 

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La portada es como todas las de Calleja, colorida y representativa del manual y de la editorial. En este caso se representa al protagonista leyendo alguna novela de caballería, con gesto que indica su pérdida o “robo” de juicio.

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El manual contiene una nota a los profesores, en la que se les indica la importancia del lenguaje y se les informa de cuáles han sido las adaptaciones que se han hecho a lo largo de la obra. También incluye  una nota a los niños, en la que se les conciencia de la importancia del texto y del espíritu de justicia que cada uno de los personajes transmite.

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En este mismo año, 1915, la editorial Aleu en Madrid publica un ejemplar del Quijote dedicado al Duque de Bejar, que contiene 52 capítulos en la primera parte y 74 en la segunda.

 
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Es un Quijote bastante árido, con la letra muy pequeña, aprovechando todos los espacios de la página y sin ninguna ilustración. El formato del texto puede llevarnos a dudar si éste ejemplar era o no un manual escolar, aunque en el Centro de Investigación MANES así se le ha catalogado. 
 

 

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La Editorial Espasa Calpe en Madrid también editó al menos durante los años 30 El ingenioso Hidalgo D. Quijote de la Mancha. En 1933 publicó la 3ª edición, dividida en dos volúmenes. Presentamos en esta exposición el primero de ellos, con 341 páginas. 

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Cada párrafo va numerado, remitiendo cada número a una nota donde se explican cuestiones de lingüística, expresiones que aparecen en el texto, normas de puntuación, o vocabulario. Añade también versos o diálogos de la obra.  Estas referencias están realizadas por Francisco Rodríguez Marín, miembro de la Real Academia de la Lengua. Sin embargo, no contiene en ninguno de sus volúmenes ilustraciones que amenicen la lectura.

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Los Hermanos Maristas,  a través de su editorial F.T.D. en Barcelona, publican también a principio de los años 30 Quijotes escolares, en este caso, diferenciando el libro del alumno del libro del maestro. Los dos tienen el mismo número de capítulos; 32 en la primera parte y 22 en la segunda. Estas publicaciones se mantuvieron hasta 1956, cuando la editorial F.T.D. ya se denominabaEdelvives. Presentamos en esta exposición dos ejemplares uno de 1936 (Edelvives) y otro 1932 (F.T.D.): el libro del maestro y el libro del alumno:
 

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En el libro del maestro aparecen, en cada capítulo, ejercicios y preguntas sobre lenguaje, geografía, historia, etc., que el profesor puede o debe realizar con los alumnos:
  

Primero observamos un apartado sobre voces y locuciones

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Un segundo apartado está dedicado a  prácticas de lenguaje, de prosodia, de ortografía, se sugieren temas para redacciones, etc.

El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Ed. Escolar, Libro del Maestro, F.T.D., Edelvives, Zaragoza, 1932. ftdprof05

En este ejemplar aparecen también las respuestas correctas y algunos consejos que el maestro debe seguir a la hora de proponer y guiar los ejercicios.

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El libro del alumno comienza con una introducción en la que se aconseja al niño leer, y en la que se explica por qué es importante la lectura, poniéndole además en antecedente sobre lo que va a tratar el libro. Antes de comenzar cada capítulo aparecen distintos apartados que van guiando la lectura:
 

– Sentido del capítulo: Breve resumen de lo que va a ocurrir– Tono o dicción: indicaciones sobre cómo debe leerse el capítulo
 
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– Capítulo propiamente dicho – Ejercicios con imágenes, cuestionario (que corresponde con el que aparece en el libro del maestro)– Prácticas de lenguaje del tipo de prosodias, análisis gramatical, ortografía redacciones…
 
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Las imágenes que contiene, que son bastantes numerosas, las podríamos clasificar en dos tipos:
 

Las que ilustran al capítulo, que son grabados de muy buena calidad, representan alguna acción del protagonista de la obra y tienen como finalidad la motivación hacia la lectura. Estas aparecen en papel de mejor textura que el resto.

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Las que aparecen en los ejercicios, sobre las que se exige alguna actividad por parte del alumno. Estas son imágenes que contienen información y contenidos en sí mismas. Tienen una función claramente didáctica y guían el aprendizaje del alumno, del que además requieren participación activa. No representan al texto, sino que lo aprovechan para trasladar otro tipo de conocimientos.

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En los años 50 aparecen con fuerza nuevas editoriales entre las que podemos destacar la editorial Salvatella de Barcelona, de la cual conocemos al menos una 5ª edición de un texto titulado Estampas del Quijote. Sacadas de la inmortal obra de Cervantes para deleite de los niños. Fue publicado en 1956 por Federico Torres  y en tan sólo 42 páginas (a diferencia del resto de manuales de este tipo) narra diversa historias, muy resumidas y adaptadas, del Hidalgo, todas ellas con una ilustración en la parte superior de la página, que representa alguna acción del capítulo.

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También la Compañía Bibliográfica Española de Madrid, encarga la adaptación de Don Quijote a José López Navío. En 1959 presenta una edición llena de ilustraciones de trazo más grueso que el resto de las analizadas aquí, e incluso algunas de ellas en colores vivos.

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En el texto principal se han suprimido las partes más descriptivas y las escenas menos convenientes a las “mentes pueriles”. Cada párrafo lleva un número que nos traslada a una nota a pie de página, donde se explican algunos términos que aparecen en el texto.
 

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Como curiosidad, las partes suprimidas han sido sustituidas por resúmenes gráficos con ilustraciones en vivos colores rojos y amarillos parecidas a los TBO de la época. De esta forma el texto resulta más atractivo para los niños. Es el primer ejemplar de los analizados donde se utiliza el color en las ilustraciones.

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Pero sin duda una de las editoriales más importantes a lo largo del siglo XX ha sido, Hijos de Santiago Rodríguez (H.S.R.) en Burgos. Un primer ejemplar del Quijote publicado por esta editorial llevaba por título Historia de Don Quijote, y fue encargado a  Martín Domínguez Berrueta en 1913.
  

Ediciones posteriores tituladas El ingenioso Hidalgo D. Quijote de la Mancha  fueron encargadas a Felipe Romero Juan. Las primeras ediciones catalogadas por el Centro de Investigación MANES datan de 1936, la 23ª edición corresponde al año 1965. La 6ª edición contiene sólo capítulos de la primera parte de la obra. Después de unas breves advertencias a los profesores, añade una biografía de Miguel de Cervantes.

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Los capítulos contienen ilustraciones de tipo grabado insertadas a lo largo del texto. Al final del capítulo se incluyen dos apartados destinados a la enseñanza del idioma. El primero titulado “vocabulario y fraseología”, donde se explican y definen distintos vocablos y expresiones que aparecen en el texto. En bastantes ocasiones estas definiciones van también ilustradas, con lo que de alguna manera se intenta acercar al estudiante una realidad más o menos lejana a él. En un segundo apartado de ejercicios titulado “prácticas gramaticales”, se proponen ejercicios con distintas partes del texto.

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La edición de Martín Berrueta publicada en 1913  contiene 11 capítulos cuyos títulos no se corresponden con los del original del Quijote, sino que han sido adaptados para su uso en la escuela.

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El texto tampoco coincide con el original de Cervantes. Para que sirva a la enseñanza de la lectura, aparece con letra bastante grande y fácil de leer. Incluye 11 grabados de muy buena calidad, uno por cada capítulo, de Evaristo Barrio. Estas ilustraciones van acompañadas de un pie de página que corresponde con algún breve fragmento del texto original del Quijote.. 

El libro contiene un breve prólogo titulado “…Lee” en el que el autor insiste en la importancia de la lectura y la relaciona con énfasis con el Quijote.

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No podemos olvidar la editorial Escuela Española de Madrid, que publica una versión infantil, abreviada por Nicolás González Ruiz. La 1ª edición aparece en 1947, y tras varias décadas editándose, tenemos indicios que la última fue la 64ª edición, ya en el año 1989.

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En esta edición que aquí mostramos de 1956 se incluye un mapa que marca la ruta de Don Quijote.

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Por último hay que mencionar a una de las últimas editoriales que publicaron adaptaciones escolares de la gran obra cervantina,  la editorial Everest de León. Todavía en 1978, publica una 9ª edición de su obra El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.

 

Relación de libros expuestos 

Bibliografía 

Adjuntamos a esta exposición una tabla en la que se presentan los Quijotes escolares localizados y consultados durante este trabajo.

Tabla


 

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